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Las fiestas se han convertido en excusa para salir de compras. Las cosas materiales nunca llenan. Es más, se quieren más y más. Creo que la humanidad ha perdido su rumbo y no lo digo por decir. Sino porque el tener es más importante que el ser. Es lo que noto en muchas personas. El dinero no compra la felicidad ni el cariño. Un regalo, si bien es lindo recibirlo. Más es bonito que ese regalo sea la presencia de las personas que amas.
El regalo más grande que me dieron mis padrinos es compartir con ellos la navidad. Sentí ese ambiente familiar que en mi casa no existe. Todo era agradable y hermoso. Fui a misa después de tantos años, a pesar de que mi creencia en dios se hace añicos cada año.
En la mesa navideña estaban los parientes de mi madrina Mirta, además de la presencia infaltable de su madre. Era todo muy bonito, pero me sentí mal porque me empezó a doler la cabeza y me daba vueltas. Iba a ser un lindo día, mas eso sucedió y me acosté en vez de disfrutar todo. No escuché las pláticas entre ellos. Es enriquecedor aprender de lo que dicen, a pesar de que siempre digan que no hablo.
Mi madrina dijo que entre ellos estaba una poetisa que era yo por supuesto. No soy más que ser humano como ellos. El título de poetisa no me agranda el ego. Sólo escribo lo que me inspira o porque un tema me viene a la cabeza.
Gracias madrina por lograr que comprenda el significado de la navidad y más aún que ya no creo en Dios. Ustedes llenaron el vacío de mi alma por un instante, luego volví a mi casa. Encontré a la nada de nuevo. Triste panorama para una poetisa, ¿verdad? No todo se tiene en la vida. La melancolía es mi fiel compañera en esta prisión.
