martes, 17 de mayo de 2011

El 21 y los pensamientos


Estaba mirando los paisajes de la ciudad de Fernando de la Mora zona sur hasta que una pequeña niña me empezó a hablar. Me hizo varias preguntas de los cuales sólo dos entendí. Conversaba conmigo como si fuera una amiga o conocida de ella. Me contaba que su padre tuvo accidente en moto, entre otras cuestiones, mientras su mamá conversaba con una señora.

Esa criatura hizo que tuviera ganas de sonreír y mimarla. Soy una persona que mima mucho a los niños y los escucha atentamente. No me gusta que le griten cuando lloran. Ni que se les golpee por ningún motivo ni por un castigo.

Lo que me sigue impresionando es como los niños se abren conmigo. Charlan, juegan, se celan por mí. No sé qué les atrae de mí.

La niña que me habló en el colectivo se atajó a mí para no caerse. Entre pláticas me contaba su historia. Unas veces no le escuchaba por el ruido que habia en el ambiente y otras sí. Su voz era suave.
Le decía que me repitiera lo que manifestó y lo hizo.

Por fin un asiento quedó vacío y ella pudo sentarse ya que su madre no quería porque les faltaba poco para llevar a su destino.

El 21 Corrales me dejó un lindo mensaje en ese viaje que realice para ir al diario La Nación: sonrie aunque no todo está bien en este mundo. Sé igual que la niña, pregunta y valora las pequeñas cosas de la vida.



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