¿Soñar o dejar de soñar?

No es una pregunta fatalista ni mucho menos pesimista. Es la pregunta que me anda carcomiendo desde estos meses, especificamente en este año. Cuánto soñé con ser alguien y me vi en ese lugar, pero la vida a veces te arroja un balde de agua fría para darte cuenta que no se puede vivir de fantasias de niña ingenua, sino de realidades. Esperar que otra persona te de lo que mereces es una pérdida de tiempo. Prefiero ir a la montaña, cruzar las fronteras, caminar con un pensamiento libre de ideologías. Tocar puertas no es mi estilo, pero si asi ha de ser lo haré.

No sólo una máquina, soy una persona que piensa, razona y dice que no se puede vivir de sueños, a los sueños hay que conquistarlos, concretarlos desde una mirada realista. La tierna niña ya se fue. Podré llorar como ella, mas no me sirven las lágrimas. Con lágrimas no se alcanza el mundo.
Elijo la opción de dejar de soñar, ya me golpearon mucho en esta vida. Es mejor para mi alma ansiosa de descubrir mundos diferentes al mío. La literatura es fantasía, la dejo para siempre. No se puede vivir de hadas y seres imaginarios. La dejo temblando y esperando que la musa tenga una mejor persona que elegir.

Le doy la espalda a la niña inocente que fui. Le doy la espalda a las personas hipócritas, a las que se hicieron pasar por amigas y cuando las necesitaba no estuvieron ahí. No es a vosotros, Asu, Yaya, Mario, Caro y mis amigos verdaderos. Gracias Andresa por darme los consejos más duros que escuché en mi vida. Le doy la espalda a la gente que busca conflictos donde no los hay.
Les doy mi amistad a los que sepan valorarla.

La máquina de sueños dejó de funcionar, no la quiero reparar. Mejor. Así no me causara más penas ni insomnios.